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Powerpaola es el nombre de guerra de Paola Gaviria, una artista colombiana emergente que tiene mucho que decir. Hace seis años que, becada en París, descubrió qué era lo que quería hacer el resto de su vida: dibujar historietas.

Por Irene Serrano

¿Cómo te encuentras con el mundo del cómic y la historieta?

En Colombia es algo casi inexistente. Si hay algo, es underground y difícil de conseguir. Conocí el mundo del cómic cuando viví en París, gracias a una vecina. Y me empezaron a interesar sobre todo las historietas autobiográficas. Cuando descubrí a Julie Doucet y su Diario de Nueva York, no podía creer que alguien pudiera hacer eso, ¡era genial! Se me quedó en la cabeza y pensé que eso era justo lo que yo quería hacer.

Además de ella, ¿hay otros que te sirvan de modelo, que te influencien?

Sí, casi todo mujeres que hacen historieta autobiográfica. Me gustan Marjane Satrapi, Aline Kominsky y Debbie Dreschler.

De hecho, tus historietas son muy autobiográficas…

Sí. Todo empezó en una época en que viví en Sydney. Allí trabajaba de asistente de chef en un restaurante y sentía que mi vida era una mierda. Empecé a burlarme de ella dibujando cómics. En momentos de depresión uno mismo cae en la autocompasión, y me pareció que era un poco necesario reírme de eso, porque las cosas no me iban tan mal. Los cómics me ayudaron a salir del bache.

¿Estás haciendo ahora algo reseñable respecto a esto?

En la actualidad estoy trabajando en una novela gráfica que se llama Virus tropical, que cuenta mi historia vital desde que mi madre estaba embarazada. Cada viernes subo una página a mi blog. Tendrá como 11 capítulos, cada uno de 10 ó 12 páginas. Puede que sea el comienzo de varios volúmenes, porque mi idea era narrar hasta que me gradúo en el colegio. Y de momento mis anécdotas llegan hasta que tengo un año, así que igual me demoro un poco más.

¿Y vives de los cómics?

A ratos. Pero no solamente dibujo y hago historietas, también coso. Diseño camisetas con telas recicladas cosidas a mano.

Pero ya no tienes que ser asistente de chef…

Ahora estoy pintando bastante y dibujando, me salí de la autobiografía un poco. Estaba un poco cansada de contar siempre mi vida, mis días, así que estoy haciendo trabajos sobre situaciones absurdas de los políticos latinoamericanos.

Me decías que en Colombia el cómic es el gran desconocido.

Sí, como acá no se oye tanto, uno siente que se pueden hacer muchas cosas. Cuando estaba en Australia o en Francia pensaba que nunca podría llegar a nada, que con tanta producción de historietas yo no iba a destacar. En cambio, en Colombia todavía no existen las novelas autobiográficas, hechas por colombianos, claro. Conozco a varios que están peleando y haciendo, pero es muy difícil porque no hay una cultura de esto. Sin embargo, hay mucha gente como que quiere leer cómics y creo que de pronto uno puede luchar para que las próximas generaciones sepan qué es y puedan disfrutar de una gran producción propia.

Pero tú colaboras con gente de otros países también, ¿no?

En Argentina el movimiento es muy grande, y gracias a un grupo argentino he conseguido difundir un poco más mi trabajo. Allá sí hay más gente que se dedica a la historieta. Publico mis historias en un blog de allí, historietasreales.wordpress.com. Este lo pusieron en marcha dos chicos argentinos y en un principio colaboraban solo artistas de este país, ahora somos unas veinte personas de diferentes lugares.

Y ¿cómo funciona?

Cada uno de los participantes tiene que publicar semanalmente una historieta. Yo, por ejemplo, publico los viernes. Es muy chévere, porque uno tiene el feedback de la gente, y además te obligas a trabajar, a no desistir. Como somos muchos, siempre vamos a tener público, aunque seamos solo los que escribimos. Además, en los cinco años que lleva en marcha, a casi todos los colaboradores les han publicado libros.

¿Crees que existe la historieta latinoamericana, con características comunes que la diferencian de la europea o la estadounidense?

Hay una tradición en la historieta argentina, en la chilena y en la mexicana. Ellos sí tienen una historia. Pero para cada uno, por mucho que exista, siempre ha sido muy amateur, muy inspirada en la de afuera. Aunque sí creo que hay cosas comunes en la historieta latinoamericana, como que su temática es muy política. Pero tengo la sensación de que todo está cambiando, de que hay una fuerza común. Se está logrando que cada vez más haya una historieta latinoamericana, con características únicas. Y está pasando que como somos muy pocos, estamos muy unidos. Hay mucha solidaridad.

 

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